‘Héctor, sigue sonriendo: Dios no nos ha abandonado’
Ya son 15 los años que nos han secuestrado. Las lágrimas no se han detenido y en ningún instante nos hemos olvidado de ti. Creemos que muy pronto esta pesadilla terminará, Héctor, y que podrás volver a la libertad.
El corazón todavía se nos arruga de tristeza cuando entramos a tu cuarto y recordamos cómo ese 27 de julio de 1997 guerrilleros del frente 3 de las Farc te privaron de la libertad, en Florencia, en el departamento de Caquetá.
En la casa hay un vacío muy grande. La incertidumbre sobre cómo es la vida de un secuestrado no nos deja tomar una tasa de café tranquilos. ¡Adelante! ¡Mucho ánimo! No te hemos olvidado un solo segundo. Continuaremos en la lucha y no olvidamos que hay un Dios grande y poderoso que te guiará a nuestro hogar, donde reinará la paz y habrá alegría los fines de año, que durante más de una década hemos dejado de compartir.
Cómo te extrañamos en estas épocas, cuando hacíamos entre todos tamales, buñuelos y tu preferida, la chicha de maíz. Las madrugadas a las misas, a las 4 de la mañana; los disfraces para las novenas que organizábamos en la cuadra y los sancochos familiares para el 25 de diciembre y el primero de enero son inolvidables. Pero la fecha más especial y que más recordamos durante el año es el 19 de diciembre, tu cumpleaños.
Prepárate para tu regreso acá, en Cúcuta. Te prepararemos esas arepas de harina de trigo, el arroz con fideos tostados y los huevos criollos que tanto te gustan. Tienes que estar listo para comer todo el sancocho de cola y la gallina criolla que no has comido en estos años y para sacar del río los pescados, como en los viejos tiempos.
A todo volumen pondremos Anhelos, de Alfredo Gutiérrez, para cantar: “Anhelos tengo de verte, vida mía”. Te recibiremos con mucha alegría, con los brazos abiertos y con nuestros corazones dispuestos a brindarte todo el amor y el cariño para que puedas olvidar esos momentos difíciles del secuestro. También iremos a misa; le debemos a cada virgen y cada santo una promesa que hay que pagar. Por fin, podrás escuchar y leer los poemas que te ha escrito tu padre. Como por ejemplo estas líneas: “Cómo borrar de nosotros el recuerdo / si está escrito aquí en mi corazón / cómo borrar los más lindos momentos / que un día pasamos cargados de ilusión”.
Tus papás recuerdan, entre carcajadas, cómo cuando niño salías corriendo por toda la casa cuando te iban a pegar y te escondías en las casas de las vecinas hasta que se cansaran de buscarte. Así mismo, nos acordamos de tu nobleza, como cuando tu primer sueldo se lo enviaste a tu mamá para un tratamiento para las venas várices.
Aunque hayamos tenido tan poco apoyo por parte de los diferentes gobiernos, te pedimos que no desfallezcas porque pronto estaremos unidos para que conozcas a tus 15 sobrinos. Ten mucho valor, fe y esperanza. Dios nunca nos ha abandonado. Sigue sonriendo y manteniendo la esperanza intacta. Tus padres han soñado con este reencuentro durante años. Pedimos a Dios que te cuide y te proteja la vida.
Carta de la familia del sargento Héctor Velásquez Carrillo. Escrita con los testimonios de Rosa Carrillo (madre), Pedro Jesús Velásquez (padre), Enrique A. Celis (cuñado) y Carmen Edilia, Edilma y Cecilia Velásquez (hermanas).
Ya son 15 los años que nos han secuestrado. Las lágrimas no se han detenido y en ningún instante nos hemos olvidado de ti. Creemos que muy pronto esta pesadilla terminará, Héctor, y que podrás volver a la libertad.
El corazón todavía se nos arruga de tristeza cuando entramos a tu cuarto y recordamos cómo ese 27 de julio de 1997 guerrilleros del frente 3 de las Farc te privaron de la libertad, en Florencia, en el departamento de Caquetá.
En la casa hay un vacío muy grande. La incertidumbre sobre cómo es la vida de un secuestrado no nos deja tomar una tasa de café tranquilos. ¡Adelante! ¡Mucho ánimo! No te hemos olvidado un solo segundo. Continuaremos en la lucha y no olvidamos que hay un Dios grande y poderoso que te guiará a nuestro hogar, donde reinará la paz y habrá alegría los fines de año, que durante más de una década hemos dejado de compartir.
Cómo te extrañamos en estas épocas, cuando hacíamos entre todos tamales, buñuelos y tu preferida, la chicha de maíz. Las madrugadas a las misas, a las 4 de la mañana; los disfraces para las novenas que organizábamos en la cuadra y los sancochos familiares para el 25 de diciembre y el primero de enero son inolvidables. Pero la fecha más especial y que más recordamos durante el año es el 19 de diciembre, tu cumpleaños.
Prepárate para tu regreso acá, en Cúcuta. Te prepararemos esas arepas de harina de trigo, el arroz con fideos tostados y los huevos criollos que tanto te gustan. Tienes que estar listo para comer todo el sancocho de cola y la gallina criolla que no has comido en estos años y para sacar del río los pescados, como en los viejos tiempos.
A todo volumen pondremos Anhelos, de Alfredo Gutiérrez, para cantar: “Anhelos tengo de verte, vida mía”. Te recibiremos con mucha alegría, con los brazos abiertos y con nuestros corazones dispuestos a brindarte todo el amor y el cariño para que puedas olvidar esos momentos difíciles del secuestro. También iremos a misa; le debemos a cada virgen y cada santo una promesa que hay que pagar. Por fin, podrás escuchar y leer los poemas que te ha escrito tu padre. Como por ejemplo estas líneas: “Cómo borrar de nosotros el recuerdo / si está escrito aquí en mi corazón / cómo borrar los más lindos momentos / que un día pasamos cargados de ilusión”.
Tus papás recuerdan, entre carcajadas, cómo cuando niño salías corriendo por toda la casa cuando te iban a pegar y te escondías en las casas de las vecinas hasta que se cansaran de buscarte. Así mismo, nos acordamos de tu nobleza, como cuando tu primer sueldo se lo enviaste a tu mamá para un tratamiento para las venas várices.
Aunque hayamos tenido tan poco apoyo por parte de los diferentes gobiernos, te pedimos que no desfallezcas porque pronto estaremos unidos para que conozcas a tus 15 sobrinos. Ten mucho valor, fe y esperanza. Dios nunca nos ha abandonado. Sigue sonriendo y manteniendo la esperanza intacta. Tus padres han soñado con este reencuentro durante años. Pedimos a Dios que te cuide y te proteja la vida.
Carta de la familia del sargento Héctor Velásquez Carrillo. Escrita con los testimonios de Rosa Carrillo (madre), Pedro Jesús Velásquez (padre), Enrique A. Celis (cuñado) y Carmen Edilia, Edilma y Cecilia Velásquez (hermanas).